viernes, 23 de mayo de 2014

La jueza argentina que investiga los crímenes del franquismo toma declaración a Francisco Rodriguez Nodal.

La titular del Juzgado Federal Número 1 de Buenos Aires, María Servini de Cubría, está en España para investigar crímenes cometidos por el franquismo durante la Guerra Civil y la dictadura. Durante su estancia -que se extiende hasta el próximo día 30- pasará por País Vasco, Andalucía y Madrid, donde tiene previstas reuniones con instituciones del Estado y tomar declaración a diversas víctimas y querellantes, además de recabar pruebas de violaciones de derechos humanos en archivos españoles.

El viaje queda enmarcado en los procedimientos que la magistrada lleva adelante en la denominada Querella Argentina desde hace cuatro años. La jueza recabará el testimonio de participantes en el proceso que por su edad avanzada o condición física no pueden viajar a la capital argentina o a los consulados de la nación en España. Historias crudas, reflejos del terror de una época que Servini recopilará para esclarecer acusaciones por genocidio y crímenes de lesa humanidad cometidos de manera sistemática durante la dictadura franquista. Para víctimas y querellantes significa un "paso de gigante" y organizaciones como Amnistía Internacional lo definen como "un hecho histórico en la lucha contra la impunidad" en suelo español.

El periplo andaluz de la jueza argentina corre del 21 al 27 de mayo, con estancias en Sevilla y Málaga. Ayer visitó Carmona para poder tomar declaración a Francisco Rodríguez Nodal, de 87 años. "Cuando se asesina masivamente por ideales políticos se pierde la cabeza, fue horroroso", recuerda Francisco Rodríguez Nodal. "Cuatro miembros de mi familia murieron fusilados" por aplicación del bando de guerra.

Tenía 10 años cuando pierde en Carmona (Sevilla) a su abuelo, Francisco de Paula Nodal (con 63 años), a su tío materno Antonio Nodal Pulido (33 años), y dos primos de éste, Juan González Pulido (33) y su hermano Antonio (21). Sus cuerpos fueron arrojados a fosas comunes en el propio municipio y en El Viso del Alcor.

"El paredón estaba cerca de mi casa. Recuerdo los lamentos de los que iban a ser fusilados. Era espantoso. A veces me despierto por la noche y vuelvo a oír esos lamentos, esos gritos. '¡No hacerlo, perdonarnos!', decían las mujeres. '¿Pero qué hemos hecho? Juzgarme, que me pasen por un tribunal'". Además de "criminales -continúa- fueron astutos, se los llevaban a otros pueblos para enterrarlos, como si la consigna fuera hacerlos desaparecer", relata. Los testimonios que oirá la magistrada argentina, dice, "forman parte de un delito de genocidio, un delito que no prescribe".

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