martes, 26 de noviembre de 2013

Las tormentas de Carmona.

Por Esteban Mira Caballos.
Doctor en Historia.

Hay un famoso dicho, que ha pasado al refranero español que reza que todas las tormentas van para Carmona. Yo, como carmonense, se lo escuché decir a mi padre, y desde muy pequeño pensé que si eso era cierto ¿por qué llovía tan poco en Carmona? Una pregunta para la que en su momento no encontré respuesta.

El tiempo pasó y nunca más volví a reparar en la cuestión. Sin embargo, el otro día, estando en el archivo del Centro Cultural Santa Ana de Almendralejo, buscando ascendientes o descendientes del conquistador Francisco Pizarro, coincidí con un investigador, con el que conversé, aunque desconozco su nombre porque no nos identificamos. Entre legajo y legajo, para relajar la vista y la mente, me preguntó de dónde era; le contesté que de Carmona. Y él me volvió a interrogar sin pensarlo dos veces: ¿has escuchado decir eso de que todas las tormentas van para Carmona? Le dije: por supuesto. ¿Y a qué crees que se debe? Me volvió a interpelar. Pues, francamente no lo sé -le respondí- aunque desde pequeño siempre me lo he preguntado. Y él me contestó: es fácil, originalmente la gente decía todas las tormentas van para calmonas. Que equivale a decir que después de la tormenta siempre llega la calma. Pues bien, eso exactamente venía a decir el refrán, pero con el tiempo, como en tantos otros casos, se deformó el mensaje original, quedando eso de que todas las tormentas van para Carmona.

Le agradecí el comentario, pues, así, sin buscarlo, había encontrado respuesta a una vieja pregunta que me planteé siendo un niño. De paso, pude ratificar una vez más lo que se puede aprender del contacto personal. Las reflexiones colectivas, las tertulias, la interacción con interlocutores están en desuso dado el avance de las nuevas tecnologías de la información. Pero, el gusto especial que causa el aprendizaje a través de la conversación con otra persona, profesor, maestro, colega o alumno, es incomparablemente más gratificante que lo que se aprende a través de la caja mágica, es decir, de la pantalla de un ordenador o de un teléfono móvil.

Supongo que muchas personas conocerían el origen del refrán, que además, como casi todo, lo he encontrado después en algún rincón del ciberespacio. Pero bueno, por si acaso cuelgo la anécdota en mi blog, para aviso a navegantes despistados como yo.

Así que, por fortuna para Carmona, de tormentas, borrascas y tempestades nada de nada, aunque, por desgracia, tampoco agua. Pero como no se puede tener todo, me quedo con el sol y la luz de la España meridional que en mi pueblo, más que en Sevilla, adquiere un color especial, al contraste con el ocre del albero de los alcores.

2 comentarios:

  1. Esta explicación es incuestionable...Fíjese que ya mi padre me lo decía, lo de que iban para calmonas, desde que era niño ¡Qué cosas! ¿Verdad!

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  2. Banderías mil y una mas, promete una entrada sobre este muy interesante articulo.

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