jueves, 4 de abril de 2013

Fenomenología de los desahucios.

Por Manuel Toranzo Montero.
Estudiante de Filosofía.

Hoy, como por ensalmo, me he despertado, desayunado y puesto la televisión (esa especie de máquina de imágenes que van pasando y mientras nosotros nos sentamos cuasi-abúlicos). Por suerte acaba de anunciar el Tribunal Europeo que los desahucios, fenómeno de violencia estatal sobre los ciudadanos de a pie, son contrarios a los Derechos fundamentales de la Unión Europea. Bien es verdad que lo establecido por el derecho poco o nada me interesa pues pienso en que en el campo de la vida los derechos no se establecen desde arriba, es decir, desde ese especie de tribunal metafísico que da leyes, sino que los vemos en su radicalidad cuando tratamos con los otros, cuando nos chocamos con ellos, cuando los vemos sufrir y nos compadecemos, cuando empatizamos con ellos. De esta suerte solo cuando sentimos el “pathos” del otro, o sea, su pasión, su padecer, es cuando vemos un poco más claro, cuando nos sostenemos con una cierta consistencia en el tema de los derechos (y cómo no también de los deberes). En última instancia la vida se vive desde la raíz, desde donde pisan nuestras plantas, o sea, desde abajo, y no desde arriba, desde ese cielo fantasmagórico que no podemos asir. El caso, y esto es por otra parte lo esencial, es que el mecanismo de los desahucios ha sido considerado por el tribunal europeo ilegal pues “no protege al consumidor contra posibles cláusulas abusivas en el contrato hipotecario, al permitir la pérdida de la propiedad y el desalojo antes de que éste pueda ejercitar una acción por daños y perjuicios”. Así pues, nuestro querido país lleva cuatro largos años en los cuales se han producido alrededor de 600.000 desahucios cometiendo el mismo número de crímenes, el mismo número de irregularidades legales. Algunos de ellos con resultados nefastos, algunos de ellos con muertes de por medio, o sea, que nuestra regulación económica ha dejado víctimas en su camino, como si de cáscaras vacías (usando una metáfora hegeliana) se trataran, como si esas personas no tuvieran vida de hecho, como si fueran números, ecuaciones en el cuaderno de cuentas de no se sabe qué maquiavélico ser.

Yo quería que ustedes analizarais este fenómeno, que lo postrarais en vuestra mesa de operaciones y, con el escalpelo bien afilado, se dispusierais a diseccionarlo en sus partículas elementales. Una empresa harto difícil es ésta, intricada y espinosa, pues lo elemental se nos escasa siempre y solo mediante un trabajo interpretativo llegamos a él. Lo elemental no se nos presenta nunca, podríamos decir en todo caso que está com-presente, es decir, presente pero sólo por detrás, como el bosque que siempre está detrás de los árboles, como está el reverso de la manzana detrás de su faz aunque no lo veamos. Coger cualquier cosa, un tapiz, no importa cuál. Un tapiz se compone de hilos, podríamos decir que éstos son sus elementos, pero por más que lo miremos a simple vista los hilos huyen de nuestra mirada, se esconden, pues justamente forman la cosa que es el tapiz. De éste vemos las formas y los colores que están por encima de los hilos, o sea, que utilizan a los hilos como su sustrato, como la latencia a partir de la cual se patentizan. Pues bien vamos a buscar la latencia de esta cosa que son los desahucios, por lo menos vamos a intentarlo, y a extraer sus consecuencias. En primer lugar las entidades bancarias llevan 4 años cometiendo crímenes en toda regla, y no lo digo yo, lo dice el Tribunal Europeo, que de seguro será más autoridad que yo para los incrédulos. Y dentro de esos crímenes los hay de varías clases, por ejemplo, usurpación de la vivienda, ese es el más palpable, el más manifiesto. Pero también las consecuencias que esa usurpación de la vivienda provoca, por ejemplo, que algunos hayan perdido hasta su vida. Paremos mientes, aunque sea brevemente en esto. Porque esto supone que el Estado está permitiendo que las entidades bancarias le quiten a un ciudadano todo lo que en un supuesto “estado bienestar” le han ha dado y que, por casos que ya hemos vivido y experimentado, está permitiendo también que éstos reaccionen ante esta circunstancia extrema de manera extrema, o sea, está permitiendo que se maten a sí mismos, que se sientan no sólo para su familia sino hasta para ellos mismos una molestia, es decir, que se sientan no ya innecesarios, sino aún más perjudiciales como vivos y útiles como muertos. ¡Vaya inversión radical de los términos vitales en que nos introduce el engranaje de nuestro sistema económico! Tenemos más utilidad muertos que vivos porque vivos restamos y muertos, aunque no sumemos, por lo menos tampoco restamos. Este fenómeno, según las conclusiones a que nos está llevando, es, como vemos, un crimen contra la humanidad y contra la vida en absoluto. Podemos decir que es hasta un asesinato indirecto, y esto es, sensu estricto, casi más perjudicial que el asesinato directo. Aquél que mata a alguien tiene una cara y un cuerpo, es un sujeto que se determina a acabar con la vida de otro. Aquí la violencia está como sostenida, cubierta, velada, no hay sujeto que mate sino diferentes formas de presión que acaban provocando que la víctima se automutile. Así pues, mientras que en el asesinato avant la lettre hay un asesino concreto, un responsable; en el indirecto la responsabilidad desaparece, hay un asesino invisible que crea las circunstancias precisas que pueden dar lugar al asesinato. Hay muchas fuerzas de presión pero no hay un asesino al que podamos identificar y decir “Eres tu quien está quitando la vida de nuestro prójimo”. Si yo, por ejemplo, introduzco a un ser humano en una especie de casa del terror donde las circunstancias para desarrollar la vida de una persona son menos que mínimas y donde todo está repleto de peligros, y definitivamente este cae por una trampilla y muere, no podrá decirse estrictamente que yo lo haya matado, pero sí que soy fundamentalmente el que ha provocado de su muerte, que lo he dirigido y como encauzado hasta ella. Esta es la relación que los bancos y su mecanismo guardan con las víctimas mortales de los desahucios, y que podríamos llamar “inversión de las condiciones fundamentales de la vida”, pues “vivir” pasa de ser algo beneficioso a ser nocivo o pernicioso, hasta el punto de que la determinación que muchos llevan cabo para salir de este problema es acabar con su vida.

Esto que voy a hacer ahora quizá no sea políticamente correcto, evidentemente, políticamente correcto para el Estado que viene a definir y a tildar unas cosas con un nombre y otras casi idénticas con otros. Desde que nací llevo viendo una idea que vamos rumiando casi todos los españoles y nos incita a colocarnos dentro del problema vasco en contra de la ETA. Y esto es normal porque ETA, se dice, es un grupo terrorista y como tal un grupo asesino, un grupo que asesina a gente. Yo no digo lo contrario, sino que me gustaría trazar o esbozar las similitudes fundamentales que existen entre los “asesinatos bancarios” y los que éste grupo nacionalista vasco comete. Se les tilda de criminales y claramente en tanto que matan lo son, pero también mata nuestro sistema económico y no veo que por la tele se hable de una suerte de genocidio bancario. El caso es que la ETA asesina por motivos ideológicos, de ahí que la mayoría de sus víctimas están definidas y sean bien políticos o bien policías o guardias civiles que no se muestran a favor de su independencia. No justifico estos motivos, pues me parece que ninguna muerte está ni estará jamás justificada (al menos en teoría). Pero es que dentro de los motivos quizá sean los económicos los más rastreros del mundo, y he aquí que nuestros bancos “provocan” o como decíamos “establecen las circunstancias propicias” para el suicidio de las víctimas por estos motivos. De ahí que el asesinato directo no tenga el menor sentido, estrictamente el asesinato es un daño colateral, algo accidental, al banco no le interesa matar le interesa que su cliente pague su deuda, incluso si para ello es preciso dejarlo en una situación extrema, situación ésta que, según el registro de antecedentes que tenemos, ha obligado a algunos a suicidarse. No tenemos más remedio que ser incorrectos y decir que si bien la ETA, como nos han repetido hasta la saciedad los medios de comunicación y nosotros podemos descubrir a simple vista, comete asesinatos los bancos también y nuestro gobierno lo permite. Así pues ese cuasi-demonio que nos han esbozado desde la política de nuestra sociedad parece que, visto en sus elementos fundamentales, no es muy diferente de nuestro gobierno (¿pasará algo parecido también con el gobierno del ya difunto Hugo Chávez?).

Pero ¿cómo es esto posible? ¿acaso los bancos tienen poder para sacar alguien de su casa y quitársela? Evidentemente no. Bueno no y sí. Lo tienen pero gracias a un grupo de acción que, defendiendo supuestamente la justicia, llevan a cabo sus artimañas: evidentemente me refiero a grupos como la policía y la guardia civil. Como hemos dicho que según el “divino” Tribunal Europeo nuestro gobierno estaba permitiendo la actuación ilegal de los bancos. La actividad policial ha sido en este respecto criminal y, por decirlo así, ha llevado a cabo lo que nuestra regulación económica le mandaba y por tanto ha realizado crímenes. Así pues no extrañe que podamos decir que a este propósito la actividad policial ha sido tout court terrorista. La policía y la guardia civil llevan cuatro años cometiendo actividades terroristas. Pues han venido realizando (y en tanto que realizando respaldando) las actividades ilegales y por tanto criminales que nuestro sistema económico ha provocado. Vemos una nueva inversión de los términos, la policía que en principio tiene que defender a los ciudadanos (de hecho etimológicamente procede de “politeia” que significa algo así como derecho de la ciudadanía y relación de los ciudadanos con el Estado) acaba atentando contra ellos, menoscabando sus derechos individuales e incluso acabando con ellos. Y ellos podrán decir, quizá con gesto circunspecto, que “cumplían con su deber”. Es curioso, justo aquello que testifico Adolf Eichmann, Teniente Coronel de las SS, cuando le juzgaron en Jerusalén por los crímenes nazis.

10 comentarios:

  1. Excelente articulo, manolo. Que razon tienes cuando ves que los funcionarios que cobran del estado-sistema-economico defienden a estos mismos poderes antes que los ciudadanos a los cuales sirven en teoria. Estos "trabajadores" actuan, son participes y cobran de este sistema y nunca pondran en peligro ese status quo que mantiene esta sociedad tan injusta.

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  2. Pues si y es una pena porque son justo los más ciegos y porque puede que sin su fuerza fuera más difícil mantener ese "status quo" del que hables. Pero es que el invento del dinero, que es eso, un invento del ser humano, se está comiendo al propio hombre. Me recuerda un poco al cuento del aprendiz de "brujo" o a la leyenda de Prometeo: creamos una cosa que pensamos será maravillosa y esa se nos escapa de las manos. Así una cosa que, en principio debería haberse hecho para servirnos resulta que es servida por nosotros. Muchas gracias por el comentario.

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  3. el arriba firmante9 de abril de 2013, 15:42

    No estoy de acuerdo en sus tesis, señor mío. Lo primero porque están pésimamente escritas, no digo faltas ortográficas, que esas las corrige el procesador de textos, sino de expresión, que son las más grves y difíciles de corregir. Lo segundo porque el contenido huele a tufillo de progre moderno que sigue las tesis oficiales del partido y no un análisis serio y riguroso. Que los deshaucios son un problema está claro, pero hay que bajar al detalle, no es igual el pobre parado que no puede pagar su hipoteca porque no tiene trabajo que el caradura que pudiendo no lo hace, ni tampoco el ocupa (perdón si ni digo okupa, no soy políticamente correcto) que ha pegado la patada en la puerta del piso vacío del tercero izquierda, propiedad de una señora que lo compró para cuando su hija se casara. Que los bancos han abusado dando hipotecas sin ton ni son ni compasión, claro que si, que no se puede permitir que echen al que debe un par de letras, también, pero ¿y al caradura que no ha pagado nunca? Generalizar es peligroso, y la dación en pago puede ser solución pero no la panacea para todos los casos. Y la comparación del asesinato la dejamos de lado porque no hay por donde cogerla. ¡Ah! ETA es y será siempre un grupo terrorista que trata de imponer su "gobierno" con el uso del terror, y sus brazos políticos lo que aspiran es a un País Vasco independiente (anexionando a Navarra y al País Vasco francés) bajo un gobierno autoritario dirigido por ellos, vamos que demócratas no son.

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  6. Que la situación en general es mala no es ningún secreto. Hay familias que están pasando un verdadero calvario y es justo que esas personas tengan una oportunidad para poder levantarse sin dejar atrás muchas cosas.
    Pero tan bien es cierto, que no podemos generalizar y criminalizar de forma general. Lo digo porque me parece injusto que se haga una lectura muy parcial de lo que está pasando.
    Mire, yo he firmado en mi vida tres préstamos hipotecarios. En todos ellos, nadie me ha engañado, sabía perfectamente lo que firmaba: la clausula suelo, el diferencial sobre el euribor, las bonificaciones de tipo de interés por contratación de productos y, también porque no decirlo, la responsabilidad hipotecaria. Es más, iba de una entidad a otra para arrancar unas condiciones más ventajosas. Lo tenía bien atado y cuando iba al notario, éste me dejaba bien claro las ventajas y los inconvenientes.
    Quiero decirle con todo esto que, a lo mejor en el transcurso de 30 ó 40 años, que es cuando más se ha utilizado los productos hipotecarios, se hayan podido cometer errores o abusos, pero también y gracias a ellos más de uno disfrutamos de una casa en propiedad, otros han tenido un empleo digno, y la mayoría ha vivido una epoca de prosperidad.
    Tan injusto es que un ciudadano pierda la casa por la falta de ética de una entidad bancaria como que a todas las entidades se las meta en el mismo saco. Hoy muchas de esas entidades, y por supuesto sus gestores, han desaparecido. Por sus malas prácticas. Y lo que toca ahora es investigar si éstos últimos han actuado de forma incorrecta.
    Créame cuando le digo que estoy muy hastiado al ver cómo se desarrollan las cosas, y que muchas veces que más que ayudar a solucionar la situación, llevan a empeorarlas y a crear nuevos problemas aún más grandes. Si antes estaba indignado ahora estoy asqueado, porque como dice un amigo mío “hay más tontos que botellines”.
    Sobre todo con nuestra tierra, Andalucía, y con nuestra ciudad, Carmona. Hay un dicho que dice “la miseria llama a la miseria”. Andalucía ha tenido un atraso secular. Empezamos con el latifundismo y el caciquismo, ahora con el clientelismo -que nos ha llevado a ser una vez más los campeones , pero por la cola-, y mañana con … Si no somos capaces de ponernos de acuerdo, esto será por los siglos de los siglos.
    Debemos creer en la Política y en los políticos, en la Justicia y en los jueces, en nuestras empresas y empresarios, en los trabajadores y sindicatos, en las entidades bancarias -por qué no decirlo- y sobre todo, en nuestros jóvenes, que son los que, en definitiva, van a recibir esta tierra.
    Usted es joven, sus ideales son altos, es loable que pelee por los débiles y necesitados, pero no se deje llevar por los impulsos. Hoy más que nunca debemos transformar esa negatividad en positividad, porque la suma total es superior si sumamos todos que solo unos cuántos.

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  8. Creo que tiene razón en lo que usted dice, y quizá, he de reconocerlo, fui un poco impulsiva la publicación de este artículo (tan inmaduro aún) y no es bueno generalizar con los bancos. Pero aún así, cuando dice que uno cuando firma una hipoteca sabe lo que hace, eso muchas veces, creo, no es así. Usted parece una persona inteligente, lo es posiblemente, porque su respuesta es coherente y mesurada (mucho más que el artículo). Pero el fallo está en la raíz, el fallo está en la entraña misma de la organización económica. Sinceramente los diálogos de Platón son arcaicos y muchas veces huelen casi a rancio, pero en su simpleza puede que nos enseñen una verdad que, a día de hoy, pienso que puede ayudarnos. Sócrates pregunta, por ejemplo: ¿a qué hombre dejarías que te hiciera los zapatos? Al zapatero, y ¿con qué hombre emprenderías un viaje náutico? Con el que sabe navegar. Pues igualmente el hombre destinado a trabajar en el banco, a guardar nuestros ahorros tiene que ser el que es capaz hacer prosperar el engranaje económico, el que puede asegurar el equilibrio económico, en fin, el hombre que tenga por principal objetivo que no ocurran cosas como las que están pasando. Un ciudadano, pienso, por mucho que pueda saber de economía, no tendrá nunca una visión tan integral de los problemas de ese rango como la que tendrá un especialista. Por poner un ejemplo estúpido, un ciudadano por muy bien que se haga la comida, por mucho que le guste cocinar, en contadas ocasiones será mejor cocinero, es decir, conocerá mejor el arte y la ciencia de la cocina, que un estudioso de la cocina, que una persona que tenga verdadera vocación gastronómica y viva para la cocina. Por eso creo yo, que el responsable del banco ha de ser alguien con vocación “bancaria”, alguien que se preocupa por el equilibrio económico, más que por sus ganancia particulares, igual que el buen cocinero se preocupa más que por lo que gana, por hacer que su cliente tenga una cena deliciosa, inolvidable (eso mismo será lo que le de beneficie, pues el cliente confiará en él y volverá: en esto consiste un círculo virtuoso). Los bancos cuando han contado con liquidez han intentado colocar créditos donde han podido, y no solo el crédito de una casa, sino que te daban dinero para la casa, los muebles y si era preciso hasta para un viaje. Además, sin preocuparse si ese cliente tenía posibilidad o no de pagar, sino teniendo en cuenta, ante todo, su interés particular. Sin contar con la revalorización de la vivencia, que hace que después de dar la casa algunas familias tengan que seguir pasando, eso es rizar el rizo.
    Bueno, quería decirle, que entiendo su comentario, y que es, la verdad, bastante realista, mucho más realista que el mío (quién podría dudarlo). No solo lo entiendo, sino lo agradezco, porque es preciso y sensato, y estoy seguro que viene de una persona sincera. El mío es más sencillo, porque no dice lo que las cosas son estrictamente, sino como deberían ser, y es más fácil decir lo que algo debería ser que lo es. Pero yo creo que la vocación es la realización de lo que una persona quiere ser en su vida, es la imperativo vital que la persona tiene que seguir porque se proyecta a él irremisiblemente, si es que esa persona quiere ser auténtica. Y dentro del orden social el banco tiene una importancia radical, por ello es importante que verdaderos banqueros, y no usureros, sean los que lo dirijan. Aunque, la verdad, puede parecer utópico, y decir que algo es utópico es casi lo peor que se puede decir de algo. Utópico viene del griego “outopos” que significa “no lugar”, “lugar que no existe”, por eso le digo que es lo peor que se le puede decir a algo. En fin, le agradezco su comentario y un cordial saludo.

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  9. Por cierto, me parece muy interesante eso que dice al final. "Hoy más que nunca debemos transformar esa negatividad en positividad, porque la suma total es superior si sumamos todos que solo unos cuantos". Y me parece que está en lo cierto y que es ese el camino. Las ideologías políticas deberían, como tales, desaparecer. Yo veo por doquier una politización de todo, un decir esta es de "derecha", este de "izquierda". Esos términos son siempre engañosos y superficiales, no nos dejan entender la situación. Más abajo, en lo hondo, subrepticiamente de todo ese armatoste de ideas comunes, se encuentra una unidad humana, mucho más importante que cualquier ideología. Las ideologías no son sino nuestra piel, no forma parte de nuestra entraña íntima. Lo que pasa es que la politización ha hecho que estos términos se subviertan, y que lo que estaba más en la superficie, lo epidérmico, parezca ahora lo más abisal y profundo. Nada más lejos de la realidad, la mayoría de personas que hoy pululan por las calles tiene una ideología que se la inoculan, que se la inyectan desde fuera, como quien golpea una bola de billar y esta se mueve, así funcionan normalmente los individuos. Tienen una ideología en la que siquiera han pensado, tanto de "derecha" como de "izquierda", tanto "republicana" como "monárquica". El hecho de que esas ideas funcionen en la mayoría de la gente como por inercia, es prueba irrefutable de lo superficialidad de las ideologías. Así los hombres de ideologías dispares pueden ser copias el uno y del otro, pero con distintos trajes, con otros símbolos, pero el mismo tipo de hombre. Esencialmente no creo que se diferencien mucho un “nacionalista español” que acepte está idea como quien enciende una luz, de un “nacionalista catalán”, o de un “antinacionalista”. La idea de viene desde fuera, y él se limita a aceptarla, no la interioriza, de ahí viene el fanatismo. El “modus operandi” es siempre el mismo. Esas ideologías groseras deberían desaparecer, porque son justo lo que no separa, lo que hace que nuestras acciones no sean comunes. Las ideas políticas son solo la costra, la capa de nuestro ser, tras el que se esconde nuestra humanidad, humanidad que compartimos con todos los seres humanos. Los conflictos todos son faltas entendimiento, y el que no entiende a otro es, en última instancia, porque está cerrado para entenderlo, y en ese hermetismo tienen normalmente mucho que ver las ideologías. Para mí, una persona es tanto más persona, cuanto más puede justificar sus acciones y pensamientos, sus ideas. Si esta persona los acepta porque sí, entonces es un fanático, no tiene ideas sino que las ideas lo tienen a él, y es nocivo para sí mismo y para los demás. Una persona que es capaz de escuchar al otro y razonar sus ideas tendrá, seguro, un trato mucho menos serio con las ideologías, un trato más jovial con ellas; las verá como lo que son en última instancia, irrealidades, locuras de un día, fantasía que se le ocurrieron en algún momento a alguien y que hoy, después de un tiempo, se han consolidado con la costumbre. Estará, por tanto, abierto a entrar en las ideas del otro, a orearse con el calor eidético que este guarda en su interior. Es decir, será capaz de transmigrar su alma con el otro, de ponerse en su lugar. He aquí la generosidad más excelsa, la más radical de todas.
    Yo no sé que cuál será la solución de todo esto, pero vengo rumiando este pensamiento desde hace un tiempo. Nuevamente un cordial saludo, y gracias por la atención.

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