viernes, 1 de febrero de 2013

La cara B de la democracia española

Por Isaac Rosa.
Sevilla, 1974. Escritor, autor de novelas como "El vano ayer" (Premio Rómulo Gallegos 2005) y "El país del miedo", ha colaborado en varios medios de prensa escrita, digitales y radio. Su última novela es "La mano invisible".

La historia reciente de España, las últimas décadas que convenimos en llamar democracia, no está escrita en letra de molde, ni dorada, ni siquiera en limpio. Al contrario, está escrita en vulgares cuadernos de contabilidad, cuadriculados y rellenados a mano con letra apretada y descuidada, con abreviaturas y tachones.

La historia de la democracia española no la han escrito cronistas ni historiadores, tampoco periodistas ni novelistas, sino meticulosos contables que anotaban entradas y salidas de dinero, se mojaban la yema del dedo para pasar la página y usaban papel calca para quedarse con copia de todo.

Es Bárcenas, pero no solo él. Su cuaderno ya lo conocemos, al menos algunas páginas, pero hay muchos otros libros de contabilidad B guardados en cajones, en archivos, en cajas fuerte. Una legión de tesoreros encorvados sobre sus escritorios, bajo un flexo, anotando nombres de pagadores y cobradores, cantidades, fechas, escribiendo sin saberlo páginas históricas.

Hasta que no conozcamos esos cuadernos, esa contabilidad B, no podremos completar la verdadera historia de España. Solo conocemos la cara A, la que cuenta que hubo una dictadura y luego entre el rey y unos cuantos dirigentes políticos de gran talla nos trajeron la democracia, y después llegaron el desarrollo, la modernización, la marca España, los servicios públicos, el Ave, los grandes eventos, la Unión Europea, la OTAN, los éxitos deportivos y culturales, un rey simpático y deportista, un príncipe enamorado de una plebeya, las empresas conquistando el planeta, edificios emblemáticos, segunda residencia, hoteles con encanto, la banca campeona del mundo y el mejor fútbol de Europa. Hasta que llegó la crisis, como una catástrofe natural, y lo arrasó todo. Fin.

Esa es la cara A. De la otra, de la B, conocemos destellos que escaparon durante estos años: investigaciones judiciales, exclusivas periodísticas y denuncias ciudadanas que alumbraron a ráfagas ese sótano donde los contables escribían la verdadera historia en sus cuadernos. Corrupción, comisiones, sobornos, puertas giratorias, privatizaciones para los amigos, pelotazos obscenos, saqueos de las arcas públicas, contratos amañados, tratos cerrados en un restaurante de lujo, amiguitos del alma, bodas en el Escorial, patrimonios hinchados, maquillajes contables, fundaciones sinónimo de lucro, cajas de ahorro desvalijadas, ingeniería financiera, planes de urbanismo, evasión fiscal, maletines, sobres, cuentas en Suiza, cacerías.

La cara A de la democracia sonó bien durante años, era una canción fácil, pegadiza, todos la tarareamos. De vez en cuando se rayaba, saltaba o sonaba sucia, había escándalos, había robos, había precariedad y desigualdad, pero el disco seguía girando sin distorsionar demasiado, hasta que en los últimos años empezó a atascarse, a ralentizarse, a sonar cada vez más sucio, hasta resultar tan insoportable que nos tapamos los oídos. Así que ahora toca darle la vuelta al disco y oír la otra versión de la historia al completo, la cara B.

Creemos saber mucho, saberlo casi todo, pero en realidad sabemos muy poco. Solo conocemos fragmentos sueltos de esa cara B. Los historiadores del futuro que quieran entender este tiempo, que quieran comprender cómo la joven democracia española se fue a pique en tan poco tiempo, cómo un país próspero se arruinó tan deprisa, no entenderán nada, no podrán escribir esta historia mientras no tengan acceso a los cuadernos de los contables. Los de Bárcenas, los cuadernos del PP, pero también los de otros partidos, y los de las empresas que también tenían su caja B y ponían el dinero de los sobornos, y los de los bancos que perdonaban deudas y a cambio recibían vista gorda, ayudas y algún indulto, y los de los beneficiarios de las privatizaciones, y los de la Casa Real y todas sus ramificaciones, y los de los grandes medios de comunicación que tanto contribuyeron a la ocultación.

No solo los historiadores. Nosotros también, los ciudadanos, si queremos refundar este país arruinado y podrido, si queremos construir algo mejor, algo habitable, necesitamos conocer esa cara B, necesitamos leer todas esas entradas y salidas manuscritas en los cuadernos, identificar todos los nombres, sumar las cantidades sustraídas, leer ese folletín cuyos capítulos están repartidos en cientos de libros contables. Ahí es donde se cuenta cómo hemos llegado hasta aquí, qué nos ha pasado, cómo hemos caído. Quién nos ha malvendido.

Esos son los documentos secretos de la historia de España, pero aquí no hay institución que los vaya a desclasificar pasados unos años. Y mientras no salgan a la luz, no nos enteraremos bien del país en que vivimos.

5 comentarios:

  1. Cuanta razón lleva Isaac, pero me temo que acabará todo tapadito previo acuerdo con la oposición. Todos tienen caras y documentos B que ocultar y como el poder político está por encima de todos los poderes, ¡¡aquí no pasará nada, no seamos incautos.
    Desgraciadamente, esa cara B pulula indiscriminadamente por todas las instituciones,véase por ejemplo los ayuntamientos, Carmona sin ir más lejos. ACUERDOS B entre partidos, IU-Pesoe, acuerdan con el PP liberaciones y sueldos para todos a cambio de un alcalde en minoría, Es decir uno gobierna otros cobran,sin duda, un acuerdo B al margen de la ciudadanía.Buen acuerdo para todas las partes, uno coje su ansiado bastón y dentro de cuatro años Dios dirá, otros cobran por estar en la oposición a verlas venir y mientras un tercio de la población, (mi caso) a sobrevivir con 426€.Hay un dicho que dice que los pueblos son un refrejo de sus dirigentes,y puede que sea cierto, pues aunque me considere una persona honrada, he de reconocer que visto el futuro que me espera, cogería yo también un sillón remunerado aunque fuese para cuatro añitos. Señores concejales, vuestro presunto acuerdo B, también es corrupción.

    ResponderEliminar
  2. Claro y nitido. Y ahora todos de pie a cantar el himno nacional: " Yo sois español,español, español.., yo soy español , español, español,...,etc." . Los ciudadanos son los mas podridos, por que aun sabiendolo no hacen nada. Al menos ellos lo hacen por sus intereses el ciudadano no lo hace por cobardia.

    ResponderEliminar
  3. A uno cuando lee estas cosas le entra la risa tonta, ¿Alguien sabría decirme de donde proviene la famosa frase de "Las cuentas del Gran Capitan" ? Como añadido, ¿recuerdan el veto del gobierno socialista en su día al parlamento sobre las cuantias y distribución de los muy controvertidos y constitucionales "fondos reservados" ? ¿Dijo alguien algo de que se cambiara algo? Pués nó, ni siquiera mas de un portavoz de los grupos políticos vetados dijeron, que se sepa, ni mú. El dinero no es A o B, es dinero. Eso sí, esta vez coincide con la B de Bárce... GalapagarI

    ResponderEliminar
  4. el arriba firmante3 de febrero de 2013, 23:04

    Todo muy bien pero empezemos desde abajo aplicando la cita bíblica; quien esté libre de pecado tire la primera piedra, o acaso todos decimos siempre "no, a mi me hace factura con IVA", o acaso todos declaramos todos nuestros ingresos, bienes y demás. Por supuesto que los de la caja B enseñen sus cuentas, y paguen si hay delito, que lo habrá, pero nosostros, los humildes ciudadanos, seamos también consecuentes y hagamos las cosas bien ¿o es que vamos a ser un reflejo de los de arriba?

    ResponderEliminar
  5. En su vida va a defraudar un ciudadano lo que estos defraudan en un año. Es como comparar la velocidad de un caballo con la de un cohete espacial. El ejemplo tendría que venir de arriba, no tendría, tiene que venir de arriba, si es preciso por la fuerza

    ResponderEliminar